LLANERA

SOCIEDAD

Merce Munuera se llevó el segundo premio en el I Concurso de Relatos “Cada historia cuenta”

Sábado 24 de Abril del 2021 a las 22:49


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La llanerense y miembro del colectivo Llanera sin Barreras, Merce Munuera, se llevó el segundo premio del I Concurso de Relatos “Cada historia cuenta”, organizado por la Fundación Aindace, Ayuda a la Investigación del Daño y Enfermedades Cerebrales, que iba dirigido a las personas con Discapacidad y Personas Mayores con Daño Cerebral.

El relato de Merce se titula, “Amar la vida con discapacidad”, pero no fue la única que participó en este certamen, ya que también presentó un texto, José Alberto Gafo, que llevaba por título: “Renacer a un nuevo amanecer”.

Relato de Merce Munuera: “Amar la vida con discapacidad”

La vida te da sorpresas, a veces para bien y otras para mal, pero es así, no podemos escoger, aunque si gestionarlas con ayuda de profesionales y sobre todo, la familia.

Cuando yo sufrí el ictus estaba celebrando una comida con los hermanos, era en mi casa; había risas, bromas, cantares y comida, era todo perfecto; a todo esto, soy la más pequeña de cinco hermanos.

Por la mañana me levante notaba que mi pierna estaba débil y con hormigueo, pero no le di importancia, pen´se que sería mala postura de la noche. Según pasaba el día no se me quitaba ese hormigueo, mi marido y hermanos me decían de ir al médico, pero yo les decía que no y que e iba mejor. No me imaginaba lo que me estaba pasando, no me dolía nada y no quería fastidiar el día. Cuando se fueron me sentía muy cansada y me fui a dar una ducha, ahí noté como un calambre extraño y difícil de explicar. Después me tumbe en el sofá sin decir nada, mi marido se acercó y me comentó algo, no recuerdo el qué, yo le contesté y me dice “¡Qué dices!”, se quedó muy fijo mirándome y me dice “Cariño, algo te está pasando, voy a llamar al médico”. Seguía insistiendo en que no quería, él decidió llamar a nuestra hija y le contó lo que pasaba, me puse al teléfono y me decía “Testerona, como siempre, pues ahora no va ser como tú digas, vete para el centro de salud que voy a llamar y nos vemos allí”. Cuando llegué estaba allí mi hij y los médicos esperándome. Rápidamente se dieron cuenta que pasaba y me llevaron en ambulancia para el HUCA, donde también me estaban eserando porque el centro de salud les había llamado. Luego todo fue muy rápido. A mi cuerpo le pasaban cosas raras a cada momento. Un escáner confirmo que era un ictus.

Me dejaron ingresada; había que esperar 48 horas para saber la gravedad del tema. Finalmente estuve 2 meses, con muchos cuidados y gracias a las visitas de mis familiares y amigos iban pasando los días. Mi mejor día de visitas fue a los 15 días, me visitó mi nieto de 4 años, llegó vestido de doctor, pues me iba a curar él, lo decía muy convencido. El personal del HUCA muy involucrado con él, le saludaban “Buenas tardes doctor, lo que necesite aquí estamos”, con alguna risa. Al pasar los días se confirmaba que la parte izquierda de mi cuerpo se quedó paralizada. Fueron pasando los días hasta que me dieron el alta y me fui para casa.

Ya en casa, me tenían que hacer todo: me duchaban, vestían, me llevaban de un lado para otro,… Iba a rehabilitación de lunes a viernes y un día le dije a mi marido: “La silla de ruedas la llevas para el trastero”; me propuse caminar “la silla no la uso, salvo que tenga que ir algún sitio fuera de la normal”, dije. Al año de rehabilitación me dieron el alta en el HUCA, pero no me conformé y me apunté al gimnasio, piscina y aguagym. Tenía muy claro que tenía que hacer lago por mi familia y por mí, no podía estarme quieta, tenía que darles a los míos el menor trabajo posible. A los dos años pude coger en brazos a mi nieto, recuerdo ese día como algo especial. Yo estaba de pie cuando llegó y me abrazó las piernas, le quedaban a su altura, en un instinto me doblé y le cogí, se volvía loco diciéndoles a toso “¡¡¡Mi yaya ya me coge en brazos!!!”. Lo amo. También me hice socia de una asociación de personas con discapacidad, Llanera sin Barreras, Es lo mejor que pude hacer, tengo muy buenos amigos y gracias a la asociación hago cosas que jamás pensaba hacer, por ejemplo, un desfile de moda o un teatro de sombras, el cual tiene mucho éxito. Este teatro lo hacemos en los centros sociales, colegios y algún sitio más. Con el tratamos de dar visibilidad a la discapacidad en los diferentes entornos; la calle, centros comerciales, cafeterías… en fin un sinfín de dificultades del día a día. Lo representamos mediante unos personajes que presentan algún grado de discapacidad y se encuentran con esas barreras para nosotros muy grandes, Junto estamos logrando algunas cosas, pero queda mucho por hacer.

Cada día estoy muy contenta de poder ver el amanecer, disfrutar con mi familia, mis dos preciosos nietos y mis amigos. También estoy contenta, aunque mi cuerpo no reacciona, mi corazón si y puedo seguir amando la vida.

Relato de José Alberto Gafo: “Renacer a un nuevo amanecer”

Me tocó, allá por el siglo pasado cuando las cosas no se parecían a como están ahora, por circunstancias de la vida o tal vez por azar, comenzar una nueva forma de enfrentar el resto de mi existencia. Con otras necesidades, con un montón de limitaciones y con la nula comprensión de la mayoría de la sociedad. Tienes una discapacidad (que a partir de ahora llamaré: diversidad funcional) que es una forma más adecuada de denominarla y más acorde con la realidad.

De un momento a otro tu vida cambia por completo al principio no lo asimilas, “Estoy soñando cuando me despierte sigo como si nada, una pesadilla”, pienso. Pasan las horas y no te despiertas, “Aquí pasa algo”, y al final te tienes que hacer a la idea, lo pasas fatal, no te puedes mover, oyes, ves, no puedes hablar ni gritar ni peguntar: “¿Pero que me está pasando?”. Después de superar la gravedad y ya con las secuelas que te acompañarán el resto de tu vida, comienzas la rehabilitación que se supone te preparará para la nueva vida que te ha tocado vivir, mientras estas en el hospital todo va más o menos de una forma digamos “aceptable”, las personas que están ingresadas quien más y quien menos, todos tienen sus peculiaridades y tú tienes las tuyas, hasta ahí lo vas asimilando. Pero llega el día en que te dan el alta y te tienes que ir a tu casa, el medico te dice: - Aquí ya hicimos todo lo que se podía hacer, las secuelas te van a acompañar siempre y a partir de ahora te buscas la vida; (esto no lo dice el médico, pero lo digo yo que me gusta llamar a las cosas por su nombre).

Llegas a tu casa, en la silla de ruedas que, a partir de ya, vais a ser inseparables (eso es amor y lo demás, tonterías). “¿Y ahora como subo a mi casa si hay una escalera y mi silla no vuela?”, me pregunto. Tienes que hacer las obras necesarias para poder acceder a tu domicilio o cambiar de casa. Esto va a suponer el primer problema, de los muchos que vendrán detrás, ya estás viendo las orejas al lobo. Acaba de empezar el calvario de tu nueva vida, con lo fácil que era todo en el hospital, cada día a partir de ahora va a ser una expedición al Himalaya.

Llega la recaída todo lo que habías luchado para normalizar la situación se fue al traste, en la vida "normal" todo sigue igual que antes y sientes que tú, aquí, no encajas estas fuera de lugar, una apisonadora que se llama realidad te acaba de pasar por encima, te aíslas, te encierras en ti mismo y le das vueltas al coco y no encuentras la solución, porque la solución que tu busca no existe, quieres volver a ser como eras y eso es imposible.

Al final te das cuenta que la única salida posible es aceptar tu nueva situación, empezar una nueva vida desde cero tratando de superar todas las trabas que se vayan cruzando en tu camino, y si hay alguna que no puedas superar, la rodeas. En cuanto hayas aceptado tu nueva vida y tomes la determinación de vivir una vida plena a pesar de que la sociedad te considere una persona discapacitada y ponga en duda tu capacidad para realizar semejante tarea, tú vas a demostrarles que se equivocan, en tu interior está la fuerza necesaria para todo lo que te propongas solo tienes que buscarla.

Para mí ha sido muy importante formar parte de una asociación de "supercapacitados", pues todos juntos nos apoyamos, compartimos inquietudes y los problemas que marcan nuestro día a día se hacen más pequeñitos y más fáciles de llevar, tratamos de hacer ver a la población en general y a los niños en particular que la diversidad funcional es algo que forma parte de la vida y como tal debe tratarse, con normalidad.

Entre todos nosotros hablamos de los temas que nos preocupan y entorpecen nuestro día a día, llegamos a la conclusión que algo teníamos que hacer para tratar de revertir esta situación que limita nuestras posibilidades de formar parte de la sociedad y desarrollar nuestras capacidades.

Y un día llegó de una galaxia muy lejana, cuyo nombre no figura en las cartas estelares, cuando ya se daba todo por perdido, un superhéroe o superheroína (el género solo existe en la tierra), en su silla supersónica y atraviesa la atmosfera formando una bola de fuego, su paso queda registrado en todas las estaciones de seguimiento, como uno más de tantos meteoritos que logran atravesar la atmosfera y caen en nuestra querida tierra.

Pero no, ¡¡¡es SINBARR!!! . Cuando el supuesto meteorito cruza espacio aéreo español dos cazas mirage tratan de interceptarlo, todo en vano, el radar perdió su señal en los desfiladeros del macizo occidental de los Picos de Europa. “¡Lo hemos perdido!”, cuando llevaba rumbo a el Principado de Asturias.

¿Y quién es SINBARR?, ¿Cuál es su misión y el motivo por el que el planeta tierra ha sido el elegido para iniciar su labor adoctrinadora? Con sus poderes telepáticos pudo percibir la frustración y el cabreo de las personas con diversidad funcional por no ser tenidas en cuenta y no permitirles desarrollar su vida en igualdad de condiciones, como un ciudadano más, que eso es lo que somos. Ya que en su planeta desde su más tierna infancia son educados en valores de amor al sacrificio, espíritu de superación, empatía, compañerismo, etc., no podía permitir que esta situación persistiera y esto l@ llevo a ponerse manos a la obra, a partir de ahora iba a ser el azote de las injusticias, aunque su labor se limitaría a proponer soluciones, ya que existe una máxima interplanetaria que impide la injerencia directa en civilizaciones menos evolucionadas.

Antes de iniciar su labor estudió la situación y como carecía de todo los datos y no conocía al detalle las necesidades del colectivo de supercapacitados que vivían en una región española como es Asturias, buscó una asociación de la zona que pudiera aportar los datos que necesitaba, y como no podía ser de otra manera, la asociación elegida fue Llanera sin Barreras por su localización en una zona estratégica de la región, por su trayectoria de lucha en favor del colectivo, por ser una asociación joven con muchas ganas de trabajar en aras de una integración, a todos los niveles y que aporta soluciones, no solo para los supercapacitados sino beneficiosas para la gente en general.

Y con las enseñanzas que hemos recibido de más allá de nuestra galaxia tomamos nota y seguiremos trabajando por la integración, supresión de barreras físicas y sociales.

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