LLANERA

LLANERENSE DEL AñO

Llanera fue el primer sitio de Asturias donde los sanitarios usaron un EPI para recoger muestras

Lunes 08 de Febrero del 2021 a las 11:26


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Los sanitarios del centro de salud de Llanera, José Manuel Prieto y Rosa Pérez, recordaron los duros momentos vividos durante la primera ola de la pandemia, donde resaltan que no se conocía casi nada del virus y que fueron aprendiendo día a día.

-¿Cómo vivieron el primer día que acudieron al centro de salud tras haberse decretado el estado de alarma y el confinamiento domiciliario?

-Prieto: Antes de que se decretase el estado de alarma, nosotros ya lo habíamos hecho en Llanera. El día 6 de marzo teníamos citados para consulta a 40 personas, entre acompañantes y pacientes, pero ese día ya tomamos la determinación de separarlos, porque ya había entrado el virus en Asturias y se habían confirmado varios casos en el Masaveu. Ese día el otro médico de guardia y yo tomamos la determinación antes de las 8, que empezaban las consultas, de separar a la gente, recibimos quejas de todo tipo por hacer esto y ahora la cosa en 9 meses ha cambiado muchísimo.

Otra actuación con la que nos adelantamos al gobierno de Asturias fue el tomar la decisión de aconsejar prohibir las visitas a las residencias de mayores del concejo, que fue una semana antes que lo decretará el gobierno. Adelantarte con las medidas una simple semana supone no tener centenares de muertos. En las residencias de mayores de Llanera, en la primera ola no tuvieron ni un solo caso, porque cerramos con la incomprensión de los familiares de los usuarios.

Pérez: El brote del Masaveu afectó al concejo directamente, porque contábamos con dos personas infectadas. Nosotros propusimos a los familiares de los mayores de las residencias que nos llamarán si había algún problema cuando las cerramos, porque hubo familias que no lo entendieron.

Prieto: Otro hecho diferencial fue que mientras en otros concejos los equipos de atención primaria determinaron cerrar los centros periféricos y que el personal estuviera en casa de retén, aquí tomamos la decisión contraria, es decir, como el enemigo nos persigue y es invisible nos separamos. Mantuvimos los periféricos operativos y los que trabajamos allí dejamos de pasar por los centros de salud de Posada y Lugo. Eso fue clave para seguir manteniendo la asistencia. Por lo que todos estuvimos trabajando.

Pérez: Fue primordial que se cerraran las residencias, que además siguieron la recomendación a pies juntillas. Las direcciones de las residencias estaban esperando a que alguien tomara la decisión para explicárselo a las familias de manera oficial.

Prieto: Dentro del servicio de atención primaria de toda Asturias y el personal del servicio de atención continuada de los primeros epis que se usaron para coger una muestra fue en Llanera, porque teníamos una persona contagiada del brote del Masaveu. A partir de ahí cada vez que entramos en un domicilio es terreno minado y desconocido, porque mientas en las UCIS sabes lo que tienen en la cama y sabes hay un servicio de limpieza, en los domicilios a cualquier hora del día no sabemos lo que nos vamos a encontrar y eso es angustioso, además de un elemento de tensión. Teníamos los EPIS contados e íbamos con lo que teníamos y sin saber dónde entrábamos, ahora tampoco lo sabemos muy bien, pero contamos con los test inmediatos, que de aquella no había.

Pérez: fuimos aprendiendo no de semana en semana, sino de día en día, que cambiaba el protocolo y tenemos un montón de ellos de esos días. Iban cambiando a medida que iban aprendiendo sobre el virus.

-¿Llanera tuvo muchos enfermos en la primera ola?

-Prieto: en la primera ola casi no hubo incidencia del virus en el concejo, debido a que se actuó rápido y después vino el confinamiento domiciliario. Lo peor llegó en la segunda ola y ahora que estamos empezando la tercera. El problema fue la desescalada tan mal hecha en el verano y fue estúpida. Lo peor son las indecisiones para poner las medidas, porque traen muchos muertos.

Pérez: yo en la consulta en la primera ola solo tuve dos casos, pero en la segunda nos golpeó con fuerza como al resto de Asturias, los casos salpicaron a todas las parroquias del concejo.

-¿Cómo vivieron en esos momentos la vuelta a casa con sus familias después de trabajar?

-Pérez: Como era todo una incertidumbre había mucha preocupación, porque cada compañero vive una situación distinta en sus casas, algunos conviven con gente mayor o personas de riesgo por diferentes patologías; también conviven con gente más joven, que también conlleva limitaciones y con todo lo que oía la población, aunque nosotros sabíamos cosas pero pocas. Llegábamos a casa y nos cambiábamos toda la ropa, desinfectar y no acercarte a tu pareja y tus hijos.

Prieto: Otro problema añadido es si tu pareja también trabaja en uno de los sectores esenciales, porque la cosa que complica mucho más. Tengo que confesar que en los más de 30 años que llevo trabajando, esta ha sido la primera vez que he tenida la sensación de que si cometía un error podía morir y era así. Luego el miedo se fue atenuando, pero sí que vivimos en tensión y lo pasamos mal.

Pérez: en la mayoría de nuestros casos estuvimos tres meses sin ver a las personas mayores, incluso ahora las visitas son las mínimas y siempre con la mascarilla y manteniendo las distancias. A todos se nos dijo que esto iba a ser una gripe a pasar a no saber nada. Lo cierto es que no te atreves a acercarte, porque no sabes lo que llevas o te traes.

Prieto: Pero esto no ha hecho más que empezar, porque vamos a tener que seguir con la mascarilla, la distancia y esperar a los resultados que tengamos de la vacuna. Porque la vacuna protege al que se la pone, pero no sabemos si esa persona puede seguir contagiando, por eso hay que seguir vacunado a todo el mundo, y hasta que no estén las 600.000 personas de Asturias vacunadas, probablemente de aquí al verano, para tener algo de respiro, porque el verano no va a ser normal las medidas se van a seguir manteniendo.

-¿Cómo ha cambiado el trato con los pacientes?

-Pérez: Ahora realizamos la consulta telefónica, que es casi lo peor porque los sanitarios nos jugamos el tipo, ya que no vemos a la persona. Se reduce a una palabra que sirve de ejemplo, si hablas con un gaditano si tiene fatiga o te lo dice él y no tiene el mismo significado que aquí, para ellos es que están cansados y no es lo mismo, porque por ejemplo dicen que la vacuna puede dar fatiga, y para nosotros es la astenia, por eso esas cuestiones como hay personas que dicen que tienen una lesión cutánea, que puede no ser nada o ser algo grave, porque han esperado demasiado, porque también los pacientes tienen miedo de contagiarse si acuden al centro de salud. Se nos pide que a través del teléfono juzguemos y decidamos sobre la enfermedad sin ver al paciente y eso para nosotros es muy estresante y la gente lo entiende como que nos queremos librar y no es así.

La gente aquí como en otros centros de salud además de acudir por razones sanitarias, vienen a hablar porque es algo buenísimo para la salud, pero ahora tenemos una carga de tristeza, ansiedad y depresión en los domicilios tremenda, en gente de 50 para arriba y ahora se agudiza más porque no tenemos esta válvula de escape. Esto unido a la soledad entre la gente mayor, nosotros no tenemos 15 minutos para dedicarle a cada paciente por teléfono, además el realizar este tipo de consultas fue poniendo todo de nosotros, porque nadie nos enseñó a cómo hacerlo, ahora si se dan cursos, pero al principio no.

Prieto: lo que sí ha conseguido mejorar la pandemia es que funcionen las recetas electrónicas, sin que la gente tenga que venir al centro de salud y esto ha venido para quedarse. En cuanto a la atención a domicilio solemos ir a casos puntuales, pero los pacientes tienen que entender que hay otros sistemas para atenderles.