- VOX Asturias exige el cumplimiento de la Ley de Banderas en los centros educativos
- El 2 de mayo se abre el plazo de inscripción para la comida de hermandad de San Isidro en Llanera
- El Ayuntamiento de Siero adjudica el contrato de recogida y alojamiento de animales
- El Gobierno de Asturias aprueba un gasto de 10,3 millones para construir 294 viviendas en Gijón y Siero destinadas al alquiler asequible para jóvenes
- Los mayores de la residencia del ERA y los alumnos del IES Astures participaron en un encuentro intergeneracional
SOCIEDAD
"desdemiventana" Mi arco iris lleva canas
MI ARCO IRIS LLEVA CANAS
Cada número, cada cifra era el último latido de un corazón que se acababa de parar. Y hoy, abuelo uno de ellos eres tú. No puedo dejar de pensar en el momento en el que tu vida echó un pulso con la muerte, y ninguno de nosotros pudo sujetarte la mano, ni acompañarte en el adiós. Me siento impotente por no haber podido estar a tu lado, decirte al oído cuánto te quiero y poder acompañarte en tu último suspiro.
Sé que, a pesar de todo, alguien ha estado a tu lado, que alguien desconocido ha tenido que acompañarte en esos instantes en los que se te iba la vida, y ese alguien ha cogido tu mano, te ha apretado fuerte haciéndose sentir, sé que incluso en tu último suspiro sus lágrimas han recorrido su cara protegida por su mascarilla, sé que a esa persona le ha dolido en el corazón despedirse de ti y de tantos como tú, que han tenido que irse sin esperarlo.
Doy gracias a ese ángel de bata verde que te ha dado la mano en los momentos más duros; gracias, aunque no hayas podido notar su piel por ir protegido por sus guantes, ni hayas podido ver su sonrisa por tener que protegerse bajo la mascarilla. Sin embargo, has sentido el calor de cada uno de los que han podido acompañarte, esas personas que solo con su mirada tan conseguido que te sintieras acompañado. Porque todos sabemos que en esta ocasión los ángeles han vestido de verde y llevan sus alas escondidas bajo su uniforme.
Parte de una generación se nos ha ido sujetándole la mano un ángel de verde. Y es que abuelo, todo esto nos ha llegado así de imprevisto, haciéndonos ver que la vida puede pararse en un segundo. Frenando todos nuestros planes, parando nuestro día a día. Entonces, abuelo, me doy cuenta de que he caminado sobre los días de tacones, sin pisar el suelo, sin saborear los momentos, dando el beso de cada mañana deprisa y con apuro siempre. Sin embargo, ahora que el tiempo se ha frenado, quiero aprender de nuevo a respirar, a saborear la vida, quiero pasear sin paraguas y no enfadarme por mojarme, quiero ver salir el sol y que caliente mi piel, quiero todo lo que me queda por vivir; pero lo quiero bajada de mis tacones, lo quiero con mis pies en el suelo disfrutando de cada pisada. Aunque ahora mismo reconozco que tengo que aprender a recomponer el corazón y el alma, porque hasta el alma se me ha roto abuelo. Ahora, hasta el peludo Cuco ya te echa de menos, se sube a tu sofá y espera que llegues por la puerta con tu periódico en mano. Estos días para él también son extraños, los paseos son más cortos, no juega con sus amigos en el parque, no puede disfrutar de su pelota. Mientras te escribo estas letras ha sonado mi teléfono, ya podemos recoger tus cenizas. Ahora, abuelo, sin ti, aunque ha llegado la primavera, mi jardín se ha quedado sin flores, pero seguirás siendo siempre mi arcoiris en los días de lluvia.