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Lucus Asturum, la antigua ‘civitas’ que podría salir en Lugo de Llanera de las tinieblas de su pasado histórico

Martes 31 de Julio del 2018 a las 06:43


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El próximo mes de septiembre se realizará una campaña arqueológica de unas tres semanas de duración, auspiciada por el Ayuntamiento de Llanera

Aunque unos 2.030 años mantienen sin despejar la por ahora indescifrable incógnita arqueológica sobre la ubicación exacta de los restos milenarios de la romana ‘civitas’ Lucus Asturum en Lugo de Llanera, no obstante, la excavaciones arqueológicas que se realizarán el próximo mes de septiembre en el ‘prau de Llugo’, en Castañera y frente al centenario y abandonado cementerio parroquial, podrían dar a luz importantes hallazgos, según presuntos y notables indicios arquitectónicos bajo tierra detectados mediante georradar y fotografía aérea. La arqueóloga Esperanza Martín, directora de la campaña a ejecutar, muestra unas expectativas muy positivas acerca de posibles hallazgos relevantes.

La investigadora ha manifestado a este periódico que “es más que probable” que bajo el ‘Prau de Llugo’ haya al menos una edificación sobresaliente, pues el georradar ha detectado, entre otros presuntos restos arquitectónicos, “un muro de unos treinta metros de largo”.

Si bien la arqueóloga Martín trata de ser prudente, “pues a veces el georradar nos da mal tiempo; es decir, muestra una cosa y luego es otra”, como le sucedió en alguna ocasión, “ya que si el suelo está relativamente húmedo cuando se hacen las pruebas se pueden dar lecturas erróneas”, señala, no obstante, que las prospecciones técnicas realizadas en Lugo de Llanera “tienen muy buena pinta”, agregando que “hemos hecho un montón de pruebas y todas nos han dado muy buenos resultados”.

Estas pruebas técnicas mediante el uso detector de georradar y la realización de muchísimas fotografías aéreas fueron promovidas por el Gobierno del Principado de Asturias y encargadas a una empresa especializada, que realizó diversos vuelos prospectores sobre una extensa área territorial en el entorno de los antiguos cementerio y casa rectoral de Santa María de Lugo, en el límite con el complejo de La Morgal. Como señala el alcalde de Llanera, el socialista Gerardo Sanz, “El Principado, desde el año 2015 estuvo realizando diversos estudios de esa zona de Lugo, mediante varios vuelos. Hicieron un estudio en 2015, otro en 2016 y un tercero en 2017, utilizando diferentes tecnologías”.

Los resultados de estos estudios fueron presentados el pasado 31 de mayo en la Casa de Cultura de Lugo de Llanera por el regidor llanerense, acompañado por el viceconsejero de Cultura, Vicente Domínguez, y la directora general de Patrimonio Cultural, Otilia Requejo, cargos ambos del Gobierno del Principado de Asturias. También estuvieron presentes técnicos de la empresa Fotoasturias (responsable ésta de la consecución de datos mediante imágenes por satélite, fotografía aérea y georradar, entre otros medios tecnológicos) así como científicos de la Universidad de Oviedo.

El alcalde Sanz asegura que “algo vieron ahí, de acuerdo a lo que nos contaron tanto la arqueóloga como el físico de la Universidad de Oviedo, que se mostró muy interesado en seguir investigando”. En este sentido, hay que recalcar que, bajo la premisa de que Sanz ha dado “orden de que se investigue a fondo”, es la primera vez que hay, en cuanto a Lucus Asturum se refiere, una estrecha colaboración entre las administraciones local y autonómica, la universidad asturiana y la empresa privada; en este caso, la empresa de prospecciones arqueológicas Dolabra, que dirige Esperanza Martín.

El viceconsejero de Cultura Domínguez aconsejó al Ayuntamiento aprovechar esta extraordinaria coyuntura para profundizar en la búsqueda de los restos de Lucus Asturum en Lugo de Llanera. Por otra parte, hay que consignar que las excavaciones de septiembre estarán en manos de una empresa privada especializada, y no a cargo del Principado (que no dispondría de recursos financieros para ello) o de la Universidad. Parece insólito, pues, que el operador sea privado y no público, toda vez, además, que la adjudicataria será de antemano y en exclusividad Dolabra. Sin embargo, valorado desde otro punto de vista quizás sea la mejor solución, pues la profesionalidad estará asegurada en principio, a diferencia de las excavaciones públicas, que suelen ser más indolentes en muchos casos. Es de destacar también que la arqueóloga Esperanza Martín tiene un amplio currículo como investigadora.

Una segunda novedad en estas excavaciones, o la principal, es la utilización por vez primera y en la fase previa de tecnología apropiada para la detección bajo tierra de restos arqueológicos, que han sido detectados finalmente. De esta manera, a diferencia de excavaciones anteriores, ahora se irá a tiro fijo.

¿Muralla o edificios?

En busca de los restos de Lucus Asturum, en el año 1929 hubo las primeras excavaciones, que han dejado alguna referencia. Posteriormente, en las décadas de los años 40, 50, 60, 70, 80 y 90 del siglo pasado se desarrollaron varias campañas más, con resultados prácticamente desconocidos hasta las que se hicieron en el verano de 1981, dirigidas por el entonces magistral de la catedral de Oviedo y arqueólogo, el ya desaparecido Emilio Olábarri. De ellas, aunque no hay memoria del equipo arqueológico si queda como prueba el estudio del historiador y arqueólogo Armando Fernández, que participó en las mismas, para su tesis doctoral, publicado por el RIDEA, de la ‘terra sigillata’, que prueba que hubo habitación romana en el año 70 (siglo I)

De las realizadas de 1986 a 1995, dirigidas por la catedrática de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, la asturiana Carmen Fernández Ochoa, si hay abundante información y algunos importantes hallazgos.

También son varias las teorías acerca de la existencia o no de Lucus Asturum (algunas interesadas en que no exista), pero una de las más documentadas es la de Vicente José González, profesor jubilado de Historia Asturiana de la antigua Escuela de Magisterio de Oviedo y arqueólogo por el Instituto Pontificio de Roma.

El profesor González, (de 93 años actualmente y que tiene lazos familiares en Lugo: es hermano de Jesús, ya fallecido, esposo de Matilde, de “Casa Matilde” una popular extienda de ultramarinos cerca de la iglesia parroquial), puede decirse que es una autoridad en Lucus Asturum. Posee un importante archivo documental sobre la ‘civitas’ lucense de las épocas romana, vándala y altomedieval (siglos I al VIII) y tiene inédito un libro sobre la legendaria ciudad amurallada que estuvo en Lugo de Llanera. Sostiene que la ciudad tenía dos núcleos: uno civil de época romana, reconstruido por los vándalos asdingos tras destruirlo primero en su invasión, y otro eclesiástico (al menos una basílica y un convento), levantado en el siglo V por estos invasores suevos de fe católica. Todo ello rodeado por una muralla, cuyos cimientos bajo tierra tienen unos dos metros de ancho, según Vicente José González.

¿Ha detectado ahora el georradar los restos eclesiásticos de la ciudad y ese muro de 30 metros es parte de la muralla en su lado Noreste? ¿O, por contra, son restos más modernos? Esperanza Martín tiene ahora la palabra con su próxima acción arqueológica. 

El porqué de las Crónicas de un Luggón

Como curiosidad, decir que he puesto a esta serie el antetítulo genérico de “Crónicas de un Luggón” porque luggón me considero, al menos a efectos sentimentales. Además, redactaré estos artículos a modo de crónicas en tono personal.

Nací en Lugo de Llanera, de madre (Eloína Pachón) natural de Castañera, con ascendientes hasta el siglo XIV en Lugo, que yo sepa; de padre (Silvino Vicentón), matural de El Resbalón en Lugones, con antepasados muy antiguos en la zona. Es decir, mis raíces se hunden profundamente en el territorio principal de los luggones, cuyo gentilicio singular es luggón.

Los luggones eran celtas galos que migraron al norte ibérico y llegaron 500 años a.C. a Asturias, donde se asentaron entre los ríos Sella (Salia) y Nalón (Nailos).

En la ‘planariam’ (Llanera) habitaron en Lugo (al que dieron su nombre, pues ellos eran los ‘hijos de Lug’, dios-luz, una de las principales divinidades del panteón celta) la pequeña colina, el hoy Cantu San Pedro (Cantu viene del céltico indoeuropeo Kantho), que sobresalía por encima de la ‘Silvam Altam’ (Silvota), el gran bosque sagrado que cubría toda la planicie de robles albares hasta La Morgal (tal vez de Mór-ríoghain, Mórrigan o Mórrigu, diosa celta de la guerra, la muerte y los fantasmas), donde había un ‘nemeton’, claro en el bosque en el donde celebraban sus festividades de culto a Lug.

Todo eso hasta que las tropas romanas de Octavio Augusto sometieron al clan luggón del Kantho (que tendría un nombre, como los de Noega eran los Cilúrnigos) los bajaron al nemeton y los instalaron en una ciudad romana. Así nació Lucus Asturum.

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