LLANERA

LLANERENSE DEL AñO

Currículum presentado al periódico El Tapín del galardonado "Llanerense del año 2016" José Manuel García Suárez “Pocholo”

Viernes 11 de Noviembre del 2016 a las 15:07


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                                                                           “POCHOLO”

 

José Manuel García Suárez, “Pocholo” para sus vecinos, nació en Guyame el 18 de agosto de 1936. La Guerra Civil, ser hijo de madre soltera y las dificultades de la economía familiar basada en la casería, marcaron su infancia. Este origen aldeano le confirió de alguna manera, una pátina especial que le permitió sobreponerse a las dificultades que fueron llegando. Ya conocía lo duro de la vida desde sus primeros días y hoy sigue haciendo gala de esa impronta.

 Acudió a la escuela con D. Teodoro durante 1 ó 2 años; cuando rondaba los 10 su tía Aurora, maestra al igual que sus hermanos Regina y Marcelino (convivía también con dos tíos más Adela y Manuel), se lo lleva con ella a Colunga donde permanece 2 años. Con 13 años es su tía Regina, casada con Amado Polledo,  la que esta vez lo acoge en Gijón permitiéndole ingresar en el Instituto Jovellanos para hacer la “preparatoria”. Vuelve a Oviedo cuando su tío cerró la librería que regentaba y se instala en la capital. Regresa poco después a Guyame y asiste a las clases de D. Celestino Tresguerres en Coruño, preparando el ingreso en la Escuela de Comercio. Aprueba y bajo la tutela de sus tíos de nuevo, pasa la semana en Oviedo y los sábados y domingos en Guyame. Aprovecha el tiempo de estudio y completa con éxito los 3 años que dura el ciclo de Peritaje. Dos años más y tendría el título de Profesor Mercantil, estudios que hoy equivaldrían a empresariales y económicas. No lo hace porque gracias a su tío Amado surge la posibilidad de trabajar en Almacenes Llera, suministrador de artículos de papelería. Ve una salida a las estrecheces económicas familiares y acepta el empleo conectando con un gremio que no abandonaría nunca más. Rondaba por aquél entonces los 18 años. Comienza de oficinista y poco después le ofrecen el puesto de viajante por las tardes en la zona de Oviedo. Acepta. Tiempo más tarde, Almacenes Llera es adquirido por Almacenes Santos Urones pero en ese tiempo, José Ramón, Jefe de ventas en Llera lo llama y se va con él. Esta convivencia duró 8 años; eran los tiempos de las visitas por toda Asturias en citröen 2 cv primero y más tarde en R-6. El éxito profesional es una realidad que en el sector se mide por el valor de las ventas y Pocholo era con 29-30 años un referente. Surgen desavenencias con su mentor y deciden de mutuo acuerdo abandonar la relación comercial; se va a la Feria de Valencia cargado de tarjetas de visita que va dejando en los stands confiando en un currículum que ya era conocido de sobra en el ámbito de la papelería a nivel nacional. La sorpresa le llegó apenas tres horas después cuando la casa Noguera y Vintró le llama. Comenzaba una andadura que se prolongó hasta 1988. Noguera, una de las firmas cabeceras de la papelería nacional e internacional hasta hace apenas 2 años, apostó por una persona a la que conocía por los comentarios de las gentes de ese mundo y por una tarjeta. Le dan la zona de Asturias y León y al cabo de 1 año convence a sus jefes de que es más rentable para ambos que le dejen solo con Asturias, garantizando superar las ventas y de paso, ahorrarse gastos que por aquél entonces eran de cuenta suya. Fue un acierto total.

El día 30 de agosto del año 1964 se casa con Carmen Pérez Blanco, Carmina, hija de Manolo “Segundín” y de Hortensia, estableciéndose en Villanueva donde residía ella. Nacen Juan Carlos y Carmen María y los cuatro configuran una unidad que se prolonga más allá de la familia cuando en 1988 Pocholo, con la ayuda de su mujer, que dejó la costura, y de los dos hijos, decide montar un negocio de suministros de papelería. Alquila un bajo en La Corredoria y con los ahorros y un gran bagaje de conocimiento y entusiasmo deja la tutela de Noguera y apuesta por la distribución propia. Noguera movió ficha pero no consiguió convencerle de que siguiese con ellos. Había nacido MERCAPEl, que empezaba a competir con los monstruos regionales Urones, Antonio García y Papel Astur. En 1993 se convierte en S.L. fórmula que conserva en la actualidad. En 2002 se jubila José Manuel, pasándole el testigo a Juan Carlos y María que, con el consejo diario de su padre y la presencia de su madre, han sabido mantener, asimilar y ejecutar los conocimientos que les fueron transferidos y vividos. Mercapel, con 24 trabajadores en nómina, está implantada en Asturias, Castilla-León, las cuatro provincias gallegas y varias del entorno de Madrid y mantiene una posición de lucha titánica diaria que puede que tenga su origen en aquella marca de la post-guerra de Guyame.

Paralelo a este relato, Pocholo fue capaz de compaginar su actividad profesional con actuaciones de una originalidad, calado social y visión de futuro que por lo menos merecen el recuerdo por formar parte de la historia de San Cucao y de Llanera. Hechos destacables fueron:

 

Presidencia de la Sociedad de Festejos de San Cucao.

Duró unos doce años aproximadamente y, capitaneando al grupo formado por Marcelino Pérez, José Antonio Ania, Paulino Merino, Santiago Cuervo, José Ramón Ablanedo, Carlos Rodríguez, Manuel Franco, Francisco Ramos, José Mier y Pepe Carabina, elevaron y supieron mantener el nivel de las fiestas hasta un punto que pocas veces se igualó en el concejo. Debemos recordar el sorteo de un Seat 600, los Kermesse en el Torrejón, el nivel de las orquestas que acudían, la cantidad de gente que se congregaba en el prao de La Pepa, los juegos infantiles que incluían concurso de redacción y de dibujo, de la carrera ciclista en el circuito de la Matiella, de la solemnidad de acto litúrgico en honor de la Virgen del Carmen... Coordinar todo exigía algo más que entusiasmo.

 

Concurso de Ganado.

Por si lo anterior era poca tarea, ronda por la cabeza de Pocholo hacer un concurso de ganado que potencie la Fiestona en el año 1973. Tarda en convencer a sus colaboradores y bastante más a los organismos locales y regionales. Como no creían en el proyecto ni Alcalde, ni Secretario Municipal ni autoridades provinciales, se presentaron en Madrid donde les escucharon y bendijeron sus intenciones. Esto produjo un efecto balsámico en los incrédulos y vieron el camino despejado admitiendo el entonces Secretario del Ayuntamiento su error. Pero se necesitaba dinero y hasta un crédito avalaron presidente y Marcelino para arrancar. Colaboró el pueblo en los trabajos desde el principio: Peñeo y Manolito Franco pusieron la madera, aparecieron tractores y mano de obra para colocar los stands de eucalipto, toldos y cuerdas; vinieron los almacenes de piensos locales García Llana y González, los bancos, los bares y ayudas inestimables como la de Luis Millares, vecino e ingeniero agrícola, Enrique Díaz, Luis de Capellán y Panera, que sin pertenecer a la Sociedad estaban en primera línea. También los ganaderos de la zona, reticentes al principio por los riesgos para los animales, aportaron de muy buena gana la materia prima entrando en competencia hasta sentirse orgullosos de llevar un premio. Se distinguía al “Paisano del Año” título que recayó en Capellán y Manolín de Ca´Manuel en las dos primeras ediciones. Estaba en marcha el que a la postre es el primer concurso regional pero hubo dificultades que pusieron en peligro su celebración y que se supieron cortar de raíz, sentaron cátedra y  contribuyeron a su consolidación: La imparcialidad de los jueces de Oviedo y algunos de Madrid que confirieron seriedad,  la fórmula establecida para la entrega de premios cuyas actas al final solo veía Pocholo para garantizar esa imparcialidad, la separación de algunos miembros -no bien entendida al principio- por el hecho participar con ganado; también la aparición de intereses comerciales localistas se desechó rápidamente. Las críticas fueron grandes pero salió adelante. De 50 cabezas aproximadamente, se pasó en 5 años a más de 100 animales de las razas frisona, asturiana de los valles, casina y la parda alpina, representada por la inestimable participación de ganadería “La Torre” que tenía por entonces todos sus animales con carta de origen y destacaba a nivel nacional. De origen local, siempre se sostuvo la idea de extensión regional y de los concejos de Avilés, Solís y Las Regueras empezó a venir ganado. Cambios en la cabecera de la Sociedad produjeron una renovación en la dirección del concurso que, años después, recibió la acertada y exitosa tutela del Ayuntamiento y lo condujo a lo que es hoy. Curioso devenir de un acontecimiento que basado en el esfuerzo brutal de particulares acaba en manos de un organismo que no creyó en él en su origen y cuyos alcaldes no reconocieron a su creador, ni a sus ayudantes, ni a sus continuadores hasta hace pocos años.

 

Asociación de Padres.

Finalizando los setenta preside la APA de la escuela de San Cucao; se siente orgulloso de haber compartido con este grupo aquellos momentos. La entonces directora del centro, Srta. Menchu, contribuyó a ello; más tarde María del Carmen Fernández Alonso fue alcaldesa de su Teverga natal durante 2 legislaturas una vez se jubiló. La actuación más destacable fue la restauración total de los dos edificios que presentaban un deterioro considerable. Se pintaron, se arreglaron tejados y baños y se instaló la calefacción, algo muy demandado.

 

Cancha de tiro al plato y Coto de Caza.

Felipe Escandón Zarabozo, vecino de Les Caleyes desde mitad de los setenta promueve una afición que, dados los antecedentes cinegéticos de cantidad de parroquianos, cala rápidamente en el pueblo. Seguido por Miguel Hernández, Víctor Secades, Enrique Orgaleyo y Pocholo, comienzan a practicar el tiro al plato en el castañeo de Agüera. Allí acuden también chavales de no más de 16 años destacando Ramón Cuesta, Alfredo Escandón  y Juan Carlos García, hijo de Pocholo y a la postre flamante campeón de España junior. Este auge empuja al grupo a pensar en la construcción de un foso universal de tiro que se hizo realidad en los terrenos cedidos por la familia Ablanedo de Villanueva. La implicación de Pocholo fue total; resultaba un extraordinario aliciente para la Fiestona pero la realidad fue pudiendo con los deseos y los elevados costes acabaron por enterrar esta actividad. Convencido de las bondades de la existencia de un Coto en Llanera, participó en los pasos previos para su constitución con el fin de acabar con  los desmanes continuos de los escopeteros de fin de semana que llegaron a esquilmar la caza y a poner en peligro a las personas.

 

Saneamiento parcial de San Cucao.

Siendo alcalde de Llanera José Luis Suárez, en abril de 1979 Pocholo llega a plantear la creación de un sistema de saneamiento parcial que aliviase los problemas de las fosas. Acompañado esta vez de Manuel Alvarez y del recordado Manolo Rita, idean dos trazados que se realizarían en dos fases: la primera abarcaría desde Casa Angel, carretera de Villanueva, Rubiel y Gafares. La segunda recogería aguas de la zona Norte y desde La Parte, llegaría a les Bárzanes. Se ejecutó la primera y la segunda fue incluida en el último plan de saneamiento rural que arrancó en  Baúro, unos 25 años después. Las buenas intenciones chocaron con una más que discutible ejecución que ha causado un desastre en el río  La Botía.

 

Cementerio Parroquial.

Con Don Julio como Párroco, institución en San Cucao, empieza Pocholo a darle vueltas a la construcción de un cementerio que solucionase de raíz la ruina que era el camposanto. Se ubicaría en una parcela comunal en el alto entre Les Caleyes y Mazurén. Parte de los materiales los aportaría El Orgaleyo, el diseño al gusto, permisos eclesiásticos concedidos, pueblo de acuerdo... todos de acuerdo incluido el Sr. Cura pero solo en principio: una desavenencia por la parte del Párroco da al traste con todo el proyecto y se decide al final ejecutar un remoción del existente con el resultado que a la postre sufren todos los parroquianos.

 

Proyecto de constitución de cooperativa.

Aldeano de pura cepa, llevado con orgullo y a pesar de todo el bagaje dejado por los años de estudio en la ciudad, era conocedor de la realidad de las caserías de San Cucao. Vecino de Villanueva aunque ocupado en el sector terciario y sin propiedades agrícolas, sabe perfectamente que el sistema de colonato que había en el pueblo no tardaría en acabar. Se daban las circunstancias entonces más claras para embarcarse en la creación de una cooperativa que aglutinase a todos los llevadores de las caserías del Conde de Revillagijedo. Casas sobre terrenos en algunas casos adquiridos al Conde, con familias estructuradas, dedicadas a la ganadería a tiempo parcial en la mayoría de los casos, con fincas preciosas por su orografía y además en el centro de la región, con agua, comunicaciones perfectas, clima benigno con el único problema de las heladas invernales, todo era perfecto en el terreno para crear un productora agrícola-ganadera que ocupase a todos los elementos de cada una de las familias. Faltaba solo la propiedad, lo básico, pero eso no arredraba a Pocholo que, a mediados de los setenta, empieza a pensar soluciones jurídicas que permitan el fin del colonato y el comienzo del asociacionismo; se lanza entonces la idea para la discusión interna en las familias pero la cosa no llegó a fructificar. La falta de definición, el desconocimiento del cooperativismo, el miedo a perder el trabajo principal que tenían la mayoría de los cabezas de familia y también por qué no, los sufrimientos acumulados en cada persona por el esfuerzo de las labores rurales de cientos de años, no contribuyeron a crear adeptos; se pensaba que el futuro estaba lejos de la casería. ¡Qué poco juego dio esta idea y qué extraordinaria pudo haber sido por todas las implicaciones que traería consigo! No hay más que pararse a pensar un momento en ella.

 

Creación de Mercapel.

El gran éxito de Pocholo. Mercapel es un negocio mayorista de papelería, material escolar, artículos de oficina y escritorio y regalo informal. Ya apuntamos como se constituyó la empresa en 1988. Con los ahorros familiares, el esfuerzo personal, el mejor bagaje posible en cuanto a conocimiento del gremio se refiere, con el apoyo de Carmina, Juan Carlos y Carmen María, con los bancos detrás, Pocholo empieza con el papeleo, el alquiler, el montaje de las estanterías, la primera visita a sus ex-clientes, la lucha con la competencia... la incertidumbre acompañaba cada movimiento. Del bajo nº 162 de La Corredoria, de 300 m2, se pasó a las naves de la calle Jardín también en el barrio ovetense en el año 1986. De ser los 4 de la familia se llega a los 24 empleos actuales; de la distribución a Oviedo, Gijón, Avilés y resto del centro regional se llega actualmente a toda Asturias, Castilla-León, las cuatro provincias gallegas, Madrid y limítrofes. Jubilado como ya se apuntó hace 15 años, todavía es insustituible su opinión o su gestión en el quehacer del almacén.

 

Restauración de la Iglesia de San Cucao.

El deterioro de la Iglesia era un hecho que avanzaba rápidamente. La llegada del nuevo párroco José Julio desencadena, tras una homilía con la reparación como tema central, la reunión definitiva con los vecinos para acometer las obras de reparación. No hay voluntarios en un primer momento y con 73 años levantó la mano para dar su opinión y “romper el hielo”. Entre otras cosas expone su compromiso con la actuación porque se siente parte de la vida de San Cucao y la Iglesia es un elemento inseparable de esa vida por los momentos que lo implicaron con ella. Pero deja entrever una preocupación: es la primera vez que va a formar parte de un proyecto con un montante tan descomunal y sin tiempo para generar medios que aseguren al menos una parte sustancial del gasto. Todas las actuaciones en las que se involucró habían tenido al menos un período de preparación en tal sentido. La comisión salió adelante y forma parte de un grupo en el que están: César Sánchez, Patricia Marugán, Lorenzo Ramos, Mayte Álvarez, Gerardo Sanz, Ramón Rodríguez, Ignacio García Rodríguez, Paulino La Muria, Pepe Carabina, Marta Artola, Paloma Ribaya, María José Lorenzo y el párroco José Julio. Reconoce un compromiso total con el proyecto donde su problema principal es la creación de ideas para sufragar los gastos, no el ejecutarlas. El proyecto se terminó y con él un gran peso se fue.

 

Bajada en Procesión de la Virgen de Villanueva.

El último empeño, hasta el momento, fue la instauración de de la Bajada en Procesión de la Virgen de Villanueva desde la Iglesia Parroquial de San Cucao (a la cual se había subido el día anterior) hasta su lugar natural en la Capilla de Villanueva, los 15 de agosto, festividad de la Asunción. Este evento, para los que lo hemos vivido muy de cerca, a parte de su originalidad o ser un acto religioso destacado, no ha sido más que un fiel reflejo del “modus operandi” de José Manuel: una vez sopesada la idea, hay que llevarla a cabo sin dejar nada a la improvisación; si se hace, hay que pensar todo antes de ejecutar y por supuesto no escatimar trabajo. Estamos seguros que no será lo último, conseguir la perduración en el tiempo es su próximo objetivo y para ello apunten este dato: creación de una Cofradía de la Virgen de La Asunción.

 

 

Varios son los términos que resumen la personalidad de Pocholo y esto es muy arriesgado el exponerlo por ser materia en extremo delicada cuando se trata de presentar a una persona con una naturaleza tan marcada:

Tiene creatividad para presentar proyectos que mejoren el status del entorno. Cree que de varias actuaciones alguna será útil y permanecerá.

Entiende de gestión para llevar a cabo las ideas y solucionar los problemas que se presenten y no duda en buscar ayuda cuando su conocimiento flaquea. La gestión para solucionar problemas del común antes que la ideología.

Es partícipe de la generalidad o universalidad que incluya al mayor número de personas; no es partidario de los localismos gratuitos.

Piensa que la dialéctica genera fiabilidad entre los individuos y esto es básico para el desarrollo personal y social. Cree en las personas que exponen sus pensamientos y los defienden aunque entra en discusión, en ocasiones rayando la vehemencia, cuando los postulados contradicen a los suyos; sin embargo, una vez reposado del enfrentamiento, es capaz de extraer conclusiones de todos y de todo.

De personalidad fuerte forjada desde su infancia, imprime esta característica a la mayoría de sus actuaciones y valora a quien es capaz de mostrar esa disposición; por otro lado, cuando su entorno requiere de más serenidad, sabe dirigirse en términos de sentar cátedra por lo trabajado de sus argumentaciones.

Es duro en ocasiones y quienes le conocen de las labores de la empresa y en todos los grupos en los que participó lo saben y lo dicen, pero está a gusto cuando puede hacer sentir lo mismo a quienes le rodean.

Su personalidad le granjeó en muchas ocasiones problemas con algunos vecinos pero también muchos adeptos por las mismas causas. Los resultados están ahí para decantarse por unos u otros.

Se puede decir también que es defensor practicante de la familia y no es nada extraño cuando tiene presente, con 80 años, la  infancia junto a su madre y cuando estaba separado de ella. La impronta de los duros años con Josefa se deja sentir todavía y fue mutua porque, pocos días antes de su fallecimiento, ella me demostró lo orgullosa que se sentía de su hijo.

Hay algo que es intrínseco a su personalidad y es que pediría perdón por una cosa: olvidarse de alguien cuando se mencionan personas con las que colaboró.

 

 

                                                                         En San Cucao, agosto del 2016.