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LLANERENSE DEL AñO
Jesús Lozano Valledor , reconoció que hubo momentos en los que no tenían mascarillas ni gel hidroalcohólico para vender a sus clientes durante la primera ola
La Farmacia de Lugo de Llanera
El propietario de la Farmacia de Lugo de Llanera, Jesús Lozano, reconoció que hubo momentos en los que no tenían mascarillas ni gel hidroalcohólico para vender a sus clientes durante la primera ola, además apostó esos días por informar y recomendar a los vecinos que se quedaran en sus casas y fueran prudentes a la hora de salir a la calle.
-¿Cómo se vivió el primer día de trabajo cuando se decretó el primer estado de alarma por la pandemia?
- Adoptamos las medidas que hicieron falta para poder trabajar con seguridad, porque sabíamos antes del confinamiento que éramos esenciales y no íbamos a parar la actividad. En esos primeros momentos contábamos con unas pocas mascarillas, pero hubo un momento en el que llegamos a no tener ninguna.
Se colocaron las mamparas en el mostrador, llevamos mascarillas y en un momento dado nos pusimos las pantallas, que las desechamos finalmente. Pero en un principio si hicimos uso de las mascarillas que teníamos por aquí. No llegamos a usar guantes, porque las recomendaciones de la OMS es que era más recomendable el lavado de manos, como medida higiénica. El guante se convertía en un algo sucio, además las personas que no son sanitarias no se lo saben quitar de la manera correcta, porque no trabajan con ellos a diario. Abrimos siempre en el mismo horario que tenemos habitualmente y las guardias igual.
Los clientes venían y cargaban, después preguntaban por lo que faltaba: alcohol, mascarillas y gel hidroalcohólico, porque me quede sin ello y tardé un tiempo en volver a conseguirlo. Además, nos preguntaban que nos parecía la pandemia y dentro de mantener los cuidados y las medidas intentábamos tranquilizarlos para que cumplieran las normal de no salir y si lo hacían que fueran prudentes, porque respetando las medidas es más difícil contagiarse, aunque alguna probabilidad si la hay.
-¿Cómo ha cambiado el trato con el cliente?
-Ha cambiado mucho, pero son los propios clientes los que toman las medidas y están muy concienciados. El aforo del local es de dos clientes, incluso si somos dos en el mostrador entran de uno en uno y hacen cola a la puerta respetando la distancia de seguridad de dos metros. Todos vienen con mascarilla y se lavan las manos con el gel a la entrada.
- ¿Cómo era la vuelta a casa durante esa primera ola?
- En mi caso yo vivo encima de la Farmacia y no tenía que salir a la calle para volver a mi domicilio, pero si tomaba medidas desinfección de los zapatos, lavar la ropa y ducharse, no hubo ningún contagio, que podíamos haberlo tenido al trabajar de cara al público y en contacto con personas que posiblemente estuvieran contagiadas. Nos hicieron un PCR en el mes de mayo de manera voluntaria. No traje para vender test de antígeno, porque considero que no es muy revelador, puedes saber que tienes antígenos pero no tiene una utilidad real, porque el tenerlos no te exime de nada ni las autoridades lo van a considerar; lo mejor es hacerse la PCR en un sitio que exista un control real y un registro de los contagios.
-¿Qué diferencia encuentra entre la primera ola y el resto?
- En cuanto a nuestro trabajo he de confesar que hubo pocos cambios, a parte de las medidas sanitarias que incorporamos, porque la persona que tiene un tratamiento médico tiene que tomarlo si o si todos los meses. Pienso que lo que si cambió considerablemente fue la concienciación de los clientes, ya que en la primera ola la gente era más reacia a usar la mascarilla y ahora todo está más ordenado. Lo cierto es que aquí no faltó el papel higiénico como en los supermercados, aquí lo que faltaron fueron las mascarillas y el alcohol.
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