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LLANERENSE DEL AñO
La propietaria de la Tienda El Tren, Ángeles Suárez, aseguró que es una experiencia la del confinamiento que no quisiera volver a repetir
La Tienda El Tren, ubicada en Lugo de Llanera, permaneció abierta como comercio esencial durante el estado de alarma. Su propietaria, Ángeles Suárez, reconoce que a día de hoy todavía no ha dado ni un beso ni un abrazo a sus hijos y demás familiares, ya que no conviven con ella, para evitar que se contagien.
-¿Cómo vivió el primer día que abrió las puertas de la tienda durante el estado de alarma?
-Fue brutal a nivel psicológico con nervios, preocupación y mucho agobio, lo pienso y me vienen todos los recuerdos. Porque nos estábamos enfrentando a algo que no sabíamos lo que era. No teníamos mascarillas y tampoco sabíamos lo que teníamos que hacer, ni que iba a pasar, ni si estábamos haciendo bien las cosas para evitar los contagios. Lo único con lo que contábamos era con gel para lavarnos las manos, porque era lo que se nos habían recomendado una semana atrás, pero hubo un momento que tuve que dosificarlo, incluso me quedé sin guantes, porque no había en ningún sitio.
Los clientes también estaban muy nerviosos y no se daban cuenta de que había productos de sobra y no íbamos a cerrar. Iba para casa y me sentía mal, no daba más de mí porque no me daba tiempo a colocarlo en las estanterías, tiraba de las cajas que tenía en el almacén, no podíamos hacer otra cosa. Es una experiencia que no quisiera repetir. Solo abríamos por la mañana de 8.30 a 15 horas todos los días, para que me diera tiempo a limpiar bien la tienda y desinfectarla por la tarde.
-¿Ha cambiado el trato con los clientes y proveedores?
-Con los clientes muy bien, porque somos todos casi como familia y nos conocemos perfectamente. Cuando se tiene que entrar de uno en uno a veces hay prisas y nervios, cuesta un poco, pero pienso que es importante seguir manteniéndolo.
A nivel proveedores lo que veo es que las cosas no van tan bien, hoy llegué a las 8.30 y había tres esperando en la puerta, cuando ahora no hay tanta demanda como para que vengan todos a la vez, porque el comercio no suple lo que se está perdiendo de la hostelería, ni los puestos de trabajo ni los productos, porque ellos mueven mucho más y todo es una cadena.
-¿Cómo era la vuelta a casa, el trato con sus familiares?
-Lo que hacía era llegar al coche y echarme el hidrogel, después llegaba a casa dejaba los zapatos en la entrada y me metía en la ducha con la ropa, para no sembrar nada por casa, porque no sabíamos cómo se contagiaba. Con mi familia mantenía y mantengo la distancia todavía, siguen sin darme besos ni abrazos, aunque lo necesitamos, pero lo llevamos a rajatabla ni besos a mi madre, ni ellos a mí. No he ido ni a tomar un café a casa de mi madre ni a comer, sí que voy a llevarle cosas o lo que necesite, pero no me quito la mascarilla y mantengo las distancias.
-¿Qué diferencias hay entre la primera ola y la segunda?
-La gente está más serena y tranquila a la hora de comprar y eso nos permite trabajar de manera más relajada. Al principio de esta segunda ola cuando se habló del confinamiento domiciliario de nuevo si hubo unos días que la gente se puso nerviosa, pero ahora es más relajado. La salud me da miedo, pero considero que la crisis económica va a ser muy dura para todos.
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