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CARTA AL DIRECTOR
Carta al director. El polémico tema de sucesiones
Creo honestamente que la alarma social sobre el impuesto de sucesiones está infundada.
El Tribunal de Justicia Europeo, ha dictaminado que es legal que los Estados miembros impongan un impuesto a las herencias a partir de determinadas cuantías. De ahí que los bienes heredados o recibidos por donación, sean considerados patrimonio susceptible de ser tributario, como lo es la lotería, las pensiones que cientos de miles de españoles reciben del extranjero, o la simple nómina que recibimos.
Cuando se nos impuso tributar por los premios de lotería, pusimos el grito en el cielo y ahora fríamente pensamos que mejor pagar si es porque nos toque la lotería. Lo mismo podríamos aplicar a las herencias sean en patrimonio o capital. Muchos serían los que pagarían a gusto por recibir herencias, pero la confusión está más en que hay que pagar que a partir de cuánto.
El primer criterio a defender ha de ser que pague más quien más tiene, algo de lo que no están de acuerdo los ultraliberales porque son ellos los que acumulan propiedades y capital y que en muchos casos montan empresas fantasmas, crean sociedades pantalla, desgravan comidas, viajes, etc., algo que el resto de trabajadores no pueden hacer.
Los países nórdicos, son los que más altas tienen las tasas impositivas y a la vez mejores servicios en salud, educación, infraestructuras, atenciones a personas dependientes, embarazadas, pensionistas, etc.
En torno a este tema, creo que hay una gran confusión y que la mayoría de la ciudadanía esta desinformada. Pongamos un ejemplo: un/a viudo/a con dos hijos adquiere en herencia una casa valorada en 160 mil € y un capital de 260 mil € lo que correspondería 140 mil€ a cada parte. En este caso no tributarían. Lo curioso es que patrimonios que sean sujetos de tributación por heredero son pocos y no afectan a los trabajadores que somos la inmensa mayoría y no acumulamos ese capital a lo largo de nuestra vida laboral. Afecta por tanto a apenas un 5% de los declarantes y como consecuencia, volvemos al principio básico que “pague más quien más tiene”. Crear alarma social responde más a una función interesada que a una realidad.