LLANERA

SOCIEDAD

Jose Luis Suárez Suárez, el Alcalde de la Transición de Llanera

Domingo 29 de Noviembre del 2015 a las 18:07


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Alcaldes de Llanera en la actual época democrática ( Autor:Chema Martínez)   

 Se publica en este número el primero de una serie de artículos –uno por mes- que resumen las charlas con los cinco alcaldes de Llanera en  la actual época democrática, bajo la Constitución de 1978.  Pretendo acercarme a la persona al mismo tiempo que a la figura del Alcalde; saber algo de aquélla y que nos ofrezca una panorámica de su gestión municipal, así como sus particulares puntos de vista sobre la política municipal y nacional.  Con el objetivo de que no sean una plataforma para hacer campaña, sin recurrir a las herencias recibidas o a las dejadas, con un cuestionario idéntico para todos y sin obviar las diferencias implícitas al momento que correspondió a cada uno, ni las ideas que libremente surjan durante la charla a cualquiera de las dos partes,  sí persigo atisbar en las respuestas de mis interlocutores la problemática puntual de su gestión, los logros mas significativos alcanzados, las metas no conseguidas e, incluso,  los fracasos sufridos, pues todo ello ya forma parte de la Historia local y sirve para que, desde la perspectiva actual, constatar los pasos que nos llevaron hasta donde ahora estamos al tiempo que quizá pueda ayudarnos a reflexionar sobre el camino recorrido. El lector dirá en qué medida este proyecto le resulta de interés.

 

José Luis fue concejal desde 1970, Alcalde en dos legislaturas, desde el 1 de febrero de 1976 –con 29 años- hasta el 23 de mayo de 1983 y nuevamente concejal durante un año más aproximadamente. En esta última fecha, quizá protagonizó lo que él considera su mayor “metedura de pata”: presentarse a las elecciones sin estar plenamente convencido,  prácticamente sin programa,  cuando ya había comentado en público que no se presentaría y con simpatizantes del PSOE y del PCE en su candidatura. En su persona confluyen dos circunstancias: fue alcalde en era preconstitucional y en la constitucional. Abandonó la política con 37 años, tras 13 en ella y 7 como Alcalde.

 

Aceptó a la primera la entrevista, y nos citamos en un cafetería de Oviedo el pasado 29 de septiembre. Quiso saber cómo me reconocería y quedó satisfecho cuando le dije que le conocía personalmente desde el día del referéndum constitucional de 1978, cuando yo formaba parte de la mesa de votación y él “recorría todos los colegios siguiendo el desarrollo de la misma”; desde que en la noche del mismo día cuando entregamos en el Ayuntamiento las actas consiguientes y comentamos los resultados, no habíamos vuelto a hablar. De andar pausado, campechano, observador, mirada viva y charla animada, infunde confianza en el cara a cara. Resiste sin inmutarse el amplio cuestionario que le presento “ah, traes las preguntas preparadas”, que no lee, esperando a que se las haga; posa para las fotos  con naturalidad y trae en su móvil alguna que le pedí a su elección; “en aquélla época no se hacían tantas como ahora”. Una corresponde a la inauguración del Polígono de Asipo. La otra en una recepción con Los Reyes anteriores en el Reconquista. “Quizá el Ayuntamiento tenga más en sus archivos”, me dice. El resumen de casi tres horas de la reciente charla, junto a un único café y un refresco para los dos, es lo que sigue.

Pepín el de Arlós

José Luis Suárez Suárez, “Pepín el de Arlós” para algunos, nació en 1946 en Casa Amado, una tienda bar tradicional y típica de las zonas rurales, ubicada en Barredo y actualmente, ya jubilado, reside en Fonciello. Casado desde 1975 y con un hijo, es Ingeniero Técnico en Electrónica Industrial por la Escuela de Gijón, profesión que siempre ejerció como autónomo incluso en sus tiempos como Alcalde. Lector, fundamentalmente de libros técnicos relacionados con su profesión, es aficionado al fútbol y seguidor apasionado hoy día casi más del Oviedo que del Sporting, al contrario de su juventud donde este último equipo contaba con toda su admiración. Lector asiduo de “La Nueva España”, “El País” y “El Mundo”,  hecha de falta los chistes que “el Gaviotu” publicaba en el desaparecido diario gijonés “Voluntad”. Se define a sí mismo como una persona independiente, noble, con espíritu colaborador y altruista, de sensibilidad socialdemócrata. Definiría al ser humano como una esfera sin límites, que de seccionarla en diferentes planos, sería posible observar los detalles que configuran su actitud ante la vida.

 

Estudios y “politiqueo”

Coincidió con Sergio Marqués en el Instituto Jovellanos de Gijón cursando el Bachillerato; sus dificultades con la Filosofía, le llevaron a las clases particulares del  profesor José Luis García Rua, un anarquista “quizá excesivamente radical” en la calle Cura Sama de Gijón. Allí mismo, en la esquina con la Plaza San Miguel, estaba el Café San Miguel recientemente desaparecido, donde había cierto “politiqueo” con participación más o menos asidua del  ex - presidente Tini Areces y del ex - alcalde de Gijón José Manuel Palacios. Ello y su personalidad altruista, orientada a la ayuda, cree que es la base de su inclinación “a la política”. Más tarde en encuentros y tertulias de barra por los bares de Posada conoció a José Suárez, el Alcalde que le precedió en el cargo y con el que llegó a fraguar una buena amistad, y así, en 1970, fue elegido concejal por el “tercio de representación de entidades económicas, culturales y profesionales”, según la terminología franquista de la época. En aquél entonces, dedicado a los estudios y a vivir la vida propia de juventud, veía a Franco simplemente como el Jefe del Estado, en un sistema político diferente, sin la presencia intensiva y pluralista de la prensa de ahora. 

 

La Transición desde Llanera

La Transición en Llanera fue tranquila, no se manifestaba una especial sensibilidad política en la calle, salvo el incipiente movimiento sindical en zonas especialmente industriales como eran Lugo y Villabona, pero entre los munícipes sí había cierta  inquietud y preocupación; los atentados frecuentes, las dimisiones, la falta de costumbre a las manifestaciones en la calle, dudas sobre la figura del recién proclamado Rey Juan Carlos “que finalmente resultó ser una persona equilibrada, moderada, neutral, estabilizando al País con la Monarquía”, llenaban a diario las páginas de los periódicos y las emisoras de todo tipo. Los años de Adolfo Suárez considera que fueron muy complicados y éste, todo “un hombre de estado”. Aún se sorprende de la visión política del “trío” que formaron el Rey, Adolfo y Torcuato, y del harakiri de las Cortes franquistas. En todos sus años en el Ayuntamiento, incluso durante las horas del pucherazo de Tejero –vividas con una ansiedad esperanzada en el civismo de la población y la sensatez de los gobernantes-  ni supo ni recibió personalmente consejo u orientación para intervenir “partidistamente” de una u otra manera concreta en el devenir municipal por parte de ningún Gobernador Civil u otras instancias superiores. Entre aquéllos, llegó a ser amigo personal de Jorge Fernández Díaz,  el actual ministro del Interior y guarda un excelente recuerdo de Victorino Aguilera. En aquélla vorágine de la Transición, en algún momento se sintió “huérfano” de apoyo, incluso de su propio grupo de “independientes” donde había varias sensibilidades políticas, sensación que se agrandaba al no tener el respaldo de ningún partido político como tal. Como Alcalde, contaba con el único asesoramiento legal del Secretario municipal –guarda un excelente recuerdo del gran profesional que fue Enrique Rodríguez-  y de los Interventores que le tocaron. Por otro lado, esa “orfandad política” le permitía más libertad, razón por la que desechó los ofrecimientos de incorporarse a las listas de la UCD o Alianza Popular.

 

Elecciones municipales

Tras la muerte del General Franco en noviembre de 1975, que como concejal vivió sin especial relevancia con  la Corporación, en el primer movimiento aperturista de las corporaciones en localidades con cierto número de habitantes, el Gobierno dictaminó elegir un nuevo Alcalde entre los Concejales de cada Ayuntamiento. Por enfermedad del titular José Suárez Álvarez, “Pepe García”, ejercía la Alcaldía en funciones Manuel Pevida González y el 1 de febrero de 1976, los concejales eligieron como nuevo Alcalde a nuestro protagonista de hoy con un voto más que los obtenidos por el señor Pevida. Su cortesía, le llevó a visitar ese mismo día a José Suárez, ya en cama y que fallecería el 27 de febrero de aquél mismo año.

 

Para las primeras  elecciones municipales llevadas a cabo el 3 de abril de 1979, con un grupo de conocidos recogió las firmas necesarias para constituir notarialmente la “Agrupación Electoral Independiente de Llanera”, a cuyo frente alcanzó la mayoría absoluta con siete de los trece concejales de la Corporación. El programa electoral que habían confeccionado incluía lo habitual en aquéllos años: mejora de caminos, traídas de agua, instalación de teléfonos públicos en los pueblos…

 

Siempre utilizó la fórmula de juramento en las tomas de posesión tanto de concejal como de alcalde; para compatibilizar sus cargos con la actividad profesional privada, planificó la agenda más o menos al 50 % en cada sitio, para lo que el apoyo del Teniente de Alcalde fue fundamental. Nunca tuvo sueldo como tal, aunque sí gastos de representación, el equivalente a unos 80-90 euros por mes, una dieta aproximada de unos 2 euros por asistencia a pleno, y los viajes por gestiones oficiales a Madrid, pagos. El alcalde de aquéllos años “mandaba poco, muchísimo menos que los de ahora”, aunque todo pasara por sus manos; la libertad de adjudicación directa, sin concurso, rondaba las 30.000,- pesetas (unos 180 €), y los gastos eran muy controlados y fiscalizados tanto por el Secretario e Interventor municipal, como por el Gobierno Civil.

 

El Alcalde

Cree que el alcalde en un municipio como Llanera, es mucho mas gestor que político, aunque reúne las dos facetas. Procurar ser imparcial, discreto, infundir confianza en el administrado, lograr involucrar a los afectados en la búsqueda y  solución a los problemas, coordinar a las partes implicadas, explicar claramente los detalles de cada situación y jamás engañar a nadie, deben ser cualidades imprescindibles. Planificar la legislatura, ver más allá del día a día, priorizar y decidir a tiempo –tarea ésta muchas veces complicada tanto ante el propio grupo como ante los administrados, sin que las deliberaciones y discusiones ponga en peligro los resultados, deben ser auto - exigencias ineludibles.

 

Incluyó en la Junta de Gobierno Municipal que él presidía, junto a dos concejales de su grupo de Independientes, a otros dos del PSOE. La unanimidad en la toma de decisiones rondaba el 95%,  por lo que la sintonía era prácticamente total. Las sesiones de Pleno  eran más complicadas por los matices de toda índole que aportaban los partidos políticos, quizá no tan monolíticos como ahora. Evidentemente, hubo que superar algún atisbo de localismo personalista consecuencia de las presiones que los vecinos afectados ejercían sobre el concejal más cercano a ellos.

 

Por aquélla época no había las Mancomunidades o Comarcas que ahora surgen y tampoco se participaba en múltiples Organismos o Entidades de todo tipo como hoy día. El Consorcio para el Abastecimiento de Agua en la zona Central, donde el Ayuntamiento estaba representado, y Cogersa que iniciaba su andadura, eran los entes supramunicipales en aquél momento. Piensa que llegará el momento en el que en aras de una mayor economía en la gestión, se reduzca el número de municipios actuales, para lo que será necesario un gran esfuerzo político y olvidarse de localismos mal entendidos.

 

Obras son amores

Las carencias presupuestarias siempre son una limitación seria para la gestión municipal; convencido de que no perdió oportunidades de mejoras en el Concejo por particularismos de grupo, sin considerar perfecta su gestión, cree que con un presupuesto medio de 318.000 euros por año en los de su período como Alcalde (135.000€ en 1976; 579.000€ en 1983, datos éstos de las Memorias Municipales), y un 80 por ciento comprometido en gastos fijos, poco más se podría haber hecho.

 

La hoy tan popular fiesta con los jubilados, el día de San Isidro, surgió en su etapa en el Ayuntamiento; la botella de vino y el bollu preñau que se daba entonces, a continuación de la misa en la Iglesia de Posada, eran en una gran parte regalos de industrias establecidas en Llanera, como vinos Mangas o panaderías como La Favorita. Además, cree recordar “la memoria me falla en algunas cosas”, que establecer San Isidro como fiesta local también se llevó a cabo en su mandato como Alcalde.

 

El alcalde José Luis considera que el problema más duro tal vez fue no ver culminado el suministro de agua al Concejo a través del Consorcio, estando durante sus mandatos supeditado a soluciones parciales que si  bien aliviaban la solución, eran consideradas por los vecinos como parches. En esta cuestión como en el alumbrado público en Posada y Lugo, por ejemplo, toca muchas veces “sembrar” durante años para que otros recojan, pero ello es consustancial a la gestión municipal, y esta máxima, la tenía asimilada desde el momento de la toma de posesión. Piensa que quizá el hito más emocionante, fue la inauguración del Colegio Público de San Cucao en 1982, y en menor medida,  la del polígono de ASIPO en 1976. Lo que más agradecían los vecinos, era la llegada a los pueblos del teléfono, así como el asfaltado o simple arreglo de muchos caminos, que suponía sacarlos del aislamiento. Como dato curioso recuerda que el primer semáforo instalado en Posada, en el cruce con la carretera a San Cucao, entró en funcionamiento poco después de abandonar la Alcaldía en 1983.

 

Sin ánimo de menosvalorar a sus compañeros de candidaturas ni al resto de concejales, recuerda con especial simpatía a la concejal por el PC, Lilia Belogi Lipka Michalick, cuyas energías, ideas y valía no fueron reconocidas en las elecciones municipales de 1983, que dieron la victoria al PSOE local, y que al no ser elegida, abandonó la actividad municipal.

 

Las carencias tecnológicas de aquéllos años impedían “rentabilizar” adecuadamente lo hecho; la falta de teléfonos no ya móviles sino incluso fijos, sin seguimiento periodístico, salvo inauguraciones importantes de obras especialmente significativas con presencia de autoridades provinciales o nacionales, “la propaganda” quedaba reducida  a charlas en directo con los vecinos afectados, en bares y caleyes la mayoría de las veces. Aún así, cree que no se explicó suficientemente lo que se hizo, pues el boca a boca es siempre limitado y una gran parte de los administrados, fundamentalmente en la amplia zona rural del concejo, veían poco más de lo que ocurría a su alrededor. En este sentido, los alcaldes de barrio realizaban una labor de intercomunicación entre los vecinos de las parroquias y el Ayuntamiento, realmente meritoria.

 

Mítines

Las campañas electorales de aquél entonces, tan sensiblemente diferentes a las actuales, adolecían de falta de medios de todo tipo; los candidatos y simpatizantes colaboradores recorrían los pueblos entregando el programa en mano, teniendo alguna que otra charla a viva voz, que no mítines, en las escuelas, chigres e incluso almacenes particulares.

 

Se muestra un tanto escéptico con la configuración y el despliegue de medios de las actuales campañas, pues hoy día gracias a prensa, radio, etc., todos conocen tanto a los candidatos como lo que ofrecen,  y por ello, cree que en los mítines difícilmente se captan nuevos votantes; preocupado por la falta de honradez y ética en gran parte de la política actual a todos los niveles, cree que la profesionalización de sus actores, influye en  la calidad del servicio público. En este sentido, el pasotismo que se observa hoy ante la política en general, tal vez tendría remedio si en el seno familiar y también en la escuela se incidiera más en inculcar a la juventud valores de ética y  honradez, fomentando actividades comunitarias que pusieran en valor el compromiso con lo público.

 

El  hoy

Sin seguridad social y sin derecho al paro, cuando se fue, aún muy joven, le quedó la gran satisfacción de haber trabajado por el interés público en su Concejo natal, algunas incomprensiones, el haber “tragado algún sapo”, el recuerdo de alguna que otra china e incluso pedrusco en el camino. Personalmente, un bagaje importante de experiencia para la vida, fruto de confrontar como gestor ideas con personas de diferentes sensibilidades políticas;  algunas amistades quedaron perdidas por el camino, muchas veces sin saber el porqué y las que surgieron durante los cargos, fueron casi siempre oportunistas. Por otro lado, con ello, su familia “recobró” al esposo y padre.

 

Estuvo presente en el Ayuntamiento para el reciente cambio en la Alcaldía, pero ya está desligado de la vida municipal y tiene claro que no volverá “a la política”; sigue como “independiente” los avatares del día a día en general, acude siempre a votar y entre la nómina de políticos nacionales, salvando a “Felipe VI que lo está haciendo muy bien”, le llama la atención el catalán Albert Rivera, al que “aunque no totalmente maduro, se le intuye cierto sentido común prometedor”.

 

A Posada le falta aún el impulso decisivo para ser el centro neurálgico que Llanera necesita, aprovechando tanto la capitalidad municipal como la situación central y buenas comunicaciones que disfruta. Considera a los centros sociales de capital importancia para dinamizar la vida en los pueblos y piensa que tal vez la tarea más prioritaria sería mejorar y extender la red de saneamiento del Concejo. No se cree capacitado para aconsejar a los munícipes actuales, pues pertenecen a una generación tan diferente a la suya, que resultarían desfasados de antemano.

 

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