LLANERA

SOCIEDAD

Ainoa Pozo: “Al final son etiquetas que se ponen a la gente, ¿Por qué a menganito le tiene que importar con quién soy feliz?”

Lunes 07 de Septiembre del 2020 a las 09:31


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La vecina de Lugo de Llanera, Ainoa Pozo, tiene 26 años estudió primaria en el colegio público de Lugo de Llanera y después en el IES Llanera, “no me considero activista de las que da la cara en las portadas o de primera línea, pero si que suelo acudir a las concentraciones o manifestaciones que se realizan en la región, con motivo de la lucha por los derechos LGTBI. Conozco a la Asociación asturiana de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales y las acciones que lleva a cabo, no soy socia, pero si les sigo”, comentó.

Pozo aseguró que es cierto que con el paso de los años la sociedad ha ido cambiando, aunque es cierto que hay agresiones hacía la gente homosexual, como ocurrió hace unos días en Oviedo, “en comparación al odio o el miedo a lo desconocido que había hace unos años eso ha ido en descenso. Lo que está claro es que el ser diferente ya te marca y te miran mal. No está bien visto ser diferente, bien por ser homosexual o por otras muchas más cosas. Gente con más edad que yo lo han pasó mucho peor, por eso digo que hemos notado una evolución, aunque ojalá estuviéramos más avanzados, pero no se puede negar que se ha producido”, narró.

Ainoa aseguró que eso se ha notado en que pueden ir con cierta normalidad por la calle, pero igualmente sigue existiendo mucho perjuicio social, “hay mucha gente que siente que si coge de la mano a su pareja por la calle por ser del mismo sexo ya los van a mirar y hablar mal de ellos. Tienen miedo a ser la comidilla de la gente, pero eso es algo que ha sido inculcado porque hay que asemejarse al estereotipo establecido en cuanto a las parejas, que deben ser heterosexuales. Cuando no es así, porque existen muchos más tipos de orientaciones sexuales. Al final son etiquetas que se ponen a la gente, ¿Por qué a menganito le tiene que importar con quién soy feliz? A mí no me importa con quien es feliz la gente. No entiendo porque hay gente que no puede disfrutar de su condición, cuando nos encontramos en un país adelantado en estas cosas a nivel administrativo y por qué la sociedad es así.

“Este es un país que lucha por la igualdad y es fundamental la educación, ya que, si a los niños se les enseña que dos personas se pueden querer independientemente del género y puede haber familias de dos mama y dos papas, los niños lo aprenden, pero no se incluye sólo se habla de que la familia son mamas y papas. La sociedad es lo que inculcamos en las escuelas y las casas, porque en vez de progresar con las generaciones futuras, creo que se ha dado un salto hacia atrás. Creo que tendríamos que ir avanzado progresivamente, pero en este momento no se está dando.”, explicó.

Ainoa aseguró que es cierto que los niños y los jóvenes tienen ahora a su disposición toda la información que deseen con internet, pero en muchos casos no saben hacer un uso responsable de la misma. “Vivimos en la era digital y no se valora esa información al tener tanto acceso a ella. Considero que el problema de la falta de tolerancia y del miedo a lo desconocido no sólo recae en las escuelas, que están para enseñar cultura, capacidades y algunos valores, pero el resto de las cosas tienen que venir aprendidas de casa, de sus figuras paternas, que son los modelos en los que se va a basar el menor para aprender a comportarse. En la escuela no pueden hacer milagros si en la casa no ayudan, las personas que más critican suelen ser los que menos educan, porque relegan la educación del menor a terceras personas”, apuntó.

La llanerense comentó que desde que ella salió del armario, hace unos años a la actualidad la visibilización de las parejas homosexuales ha ido en aumento, “es mucho más frecuente ver a

parejas del mismo sexo por la calle que antes. Antes eran como “especímenes” raros que salían por la calle, pero ahora por lo menos en Asturias considero que si se puede salir prácticamente por cualquier lado y encontrártelas. Hay parejas jóvenes que han visto que no tienen nada que esconder ni de que avergonzarse, porque son iguales al resto y viven su vida sin tapar nada”, afirmó.

Ainoa aseguró que su salida del armaría fue “controvertida”, “me empecé a dar cuenta de mi orientación sexual cuando se comienzan a tener las hormonas revolucionadas, en la adolescencia. Mis amigas siempre me decían hay este chico tan guapo, pero yo pensaba que era guapo para ellas, a mi me parecían más guapas las chicas. Por eso me sentía la rara del grupo de amigas y me costó mucho admitirlo, porque de aquella era muy difícil ver parejas homosexuales, yo sólo tenía 13 o 14 años y no entendía lo que me estaba pasando. Era un cambio muy grande, con las hormonas revolucionadas y empiezas a tener intereses, por gustos físicos, no había nadie que conociera que le pasaba lo mismo que a mí. Ahora es más fácil que un instituto haya varias personas, pero de aquella sí que las había, pero estaban como yo”, recordó.

Pozo aseguró que le costó mucho aceparlo y le llevó un tiempo, “mi familia fue la última en enterarse por el miedo de que no lo aceptaran bien y es cierto que confías antes en un desconocido que en ellos para contárselo. Tienes miedo a que te juzguen. La primera persona a la que se lo conté fue a mi mejor amiga con 15 años, y me costó mucho porque me daba miedo que se pudiera enfadar o que viniera con comentarios fuera de lugar, fue todo lo contrario, me dio un abrazo y me dijo que se alegraba mucho, eso me ayudó bastante. Una vez que acepté lo que me estaba pasando y pasados unos años, ya que en casa salí del armario con 17 años. En mi familia lo aceptaron unos mejor que otros, pero con el paso del tiempo todos los llevan bien, pero es cierto que necesitan su evolución y tiempo de transición, porque vienen de otras épocas y otra sociedad muy distinta. Hay gente que me sorprendió para bien y otra que reaccionó como me esperaba, pero la mayoría bien”, afirmó.

Su familia la aceptó, pero intentaron protegerla para que no sufriera, siempre le dieron el mismo consejo que para la sociedad era complicado aceptarlo y que los homosexuales tenían muchos más problemas, “mi contestación siempre ha sido la misma, a mi no me importa como me miren yo voy a vivir mi vida a mi manera. Ellos tenían miedo al qué dirán, esa fase ha pasado y lo aceptaron totalmente”, afirmó.

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