LLANERA

SOCIEDAD

Villabona pierde su cine.

Miercoles 06 de Febrero del 2019 a las 05:20


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Fue derruido el antiguo cine de Villabona, que estaba ubicado detrás del edificio de las casas de la Estación de Renfe, en la denominada Casa Arturo donde además había una tienda-bar en aquella época, trabajaban allí sus hijas Mari Luz y Pili, por eso se denominaba “Cine Maripili”. Un grupo de vecinos de toda la vida se reunieron con el periódico El Tapín para recordar viejos tiempos y revivir anécdotas de la historia del cine. Estos vecinos tiene entre 62 y 67 años de edad y son: Amador Villar, Amador Argüelles, José Félix Rodríguez, Suso García y José Aurelio Rodríguez.

Suso fue el último “caramelero” del cine, estuvo allí dos años vendiendo en los descansos de las películas frutos secos y caramelos entre los espectadores. El cine abrió sus puertas hace más de 50 años y estuvo abierto alrededor de 10 años, Suso trabajó allí durante dos años, cuando tenía 10 años, después a las 12 años se fue a trabajar como operario a la Tejera de cerámica de Villabona.

El local no sólo se usaba como cine, con 200 butacas, sino que allí se hacía el baile los domingos por las noches; con el paso de los años se usó para hacer allí diferentes eventos como la fiesta de Nochevieja, Kermés de las fiestas de la localidad, ensayaba allí el grupo de teatro Talía, hubo mítines políticos, reuniones de vecinos, también se empleó como barracón para los que fueron a cortar la madera y a última hora hasta sirvió de aparcamiento.

“Pudimos ver allí películas de Joselín, Cordobés o Marisol, también vimos los clásicos como el “Puente sobre el Río Kwai”, “Lo que el viento se llevó” y de vaqueros vimos bastantes. Costaba la entrada dos pesetas para los niños y abría los jueves, sábados y domingos y para los adultos costaba cinco pesetas. Se realizaba una sesiones los jueves y los sábados y los domingos había dos, una empezaba a las 16 horas y acaba a las 18.30 horas porque se iniciaba el baile y la segunda sesión era a las 22 horas, sólo para mayores de edad”, explicaron. La película que se proyectaba el sábado y el domingo era siempre la misma, pero la del jueves cambiaba y era sólo por la noche ese día y el sábado.

Los vecinos recuerdan que el baile se hacía en el espacio que quedaba entre las butacas y la pantalla, además había allí una pequeña barra de bar que era atendida por el padre, Arturo, y su sobrino, Lito, también contaba con baños para hombres y mujeres separados. El portero que recogía las entradas era Guillermo Corvo y la taquillera Pili, la encargada de la máquina con la que se proyectaba la película era Mari Luz, “el día del baile la película era para mayores de edad, pero la gran mayoría era para el público de todas las edad porque si no el pueblo no iría”, comentó Félix.

Recuerdan que las películas venían siempre en el tren en unos sacos de lona marrones claros, “pasamos varias veces por debajo del tren para cogerlas y pesaban muchísimo. Venían en rollos pequeños y se hacían grandes en el propio cine, cuando se empalmaba la película. Anunciaba Mari Luz por el altavoz el cambio del rollo de la película y se iban al descanso en mitad de la película, para hacerlo, normalmente sólo se cambiaba una vez el rollo y después se acababa la película. En el descanso era cuando vendía los frutos secos, se encendía la luz y los espectadores podían ir al baño. Llevaba una cesta delante con una cincha colgada al cuello y pasaba por los pasillos entre las butacas”, explicó Suso.

Las películas venían a Villabona en el tren dos o tres días antes del jueves, normalmente les mandaban la cartelera para que los dueños del cine la colgarán en la fachada y todos los vecinos pudieran ver las películas, que se iban a poner esa semana. “Salieron unos cuantos matrimonios en la parroquia gracias al cine y al baile, venía mucha gente de las localidades próximas para ver las películas de Veyo, La Vega, Robledo, Piles y Mundín. También había alguno de otras zonas porque cortejaba en Villabona. Además acudían los trabajadores de la Tejera y de las minas, que vivían en los barracones. La mina de aquella contaba con 200 empleados. Además había unos 9 bares y todos estaban llenos”, apuntaron.

Los vecinos se acordaron de que en el teatro trabajaron muchos vecinos de Villabona, además de la familia que lo regentaba, “es cierto que no se podía haber conservado, porque estaba muy deteriorado no se hizo con los materiales adecuados, pero da pena el haberlo perdido, porque es parte de la historia de la parroquia”, comentaron. Acudieron al cine dos generaciones de la localidad, además contaba con bolera y la calefacción era de leña.

 

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