LLANERA

SOCIEDAD

Luis Ángel González Granda: fuerza, voluntad y tenacidad. Mención Especial Gorfolí 2018

Sábado 31 de Marzo del 2018 a las 11:13


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El vecino de La Parte en San Cucao, Luis Ángel González Granda, ha sido reconocido por parte del periódico El Tapín de Llanera con la Mención Especial Gorfolí. Se ha valorado en este reconocimiento su fuerza de voluntad, su superación y su optimismo a la hora de salir de una enfermedad tan grave como es un ictus.

Para González no hay nada difícil, le puede llevar más o menos tiempo realizar las tareas, pero al final siempre las realiza sin ayuda de nadie, tanto es así que todos los días sale a andar por la mañana, sólo coge el autobús cuando tiene que ir a Oviedo, sus desplazamientos siempre los realiza a pie, por eso es común verle caminado por la senda que une San Cucao con Posada de Llanera.

González cumplió recientemente 60 años, nació en la misma casa en la que reside en La Parte en San Cucao igual que sus cuatro hermanos, “estudié en la escuela de San Cucao, después en la Academia San José de Posada, en el IES de Lugones y en la Academia Llana. Realicé la prueba de acceso a la universidad para mayores de 25 años y estudié Magisterio durante un año”, comentó.

Mientras realizaba sus estudios universitarios trabajaba por el día en la construcción y por la noche estudiaba, al final decidió dejar los estudios cuando vino del servicio militar y comenzó a trabajar en la empresa Eulen de limpieza, abrí una empresa por mí cuenta “Limpiezas Granda” y estuve siete años en el Restaurante La Campana llevando la limpieza y la jardinera, como único empleado”, afirmó.

El homenajeado recordó que fue con 41 años cuando sufrió el ictus, que le dejó secuelas físicas ya que una mano no la puede mover, “un día me levanté por la mañana las piernas me fallaron y me caí, fui arrastro hasta la habitación donde tengo el teléfono y llamé a mi hermana por teléfono y vinieron a mi casa ella y su marido, llamaron a la ambulancia y me llevaron al hospital”, recordó. Estuvo cinco meses ingresado en el hospital y allí comenzó la rehabilitación. Es tanta su fuerza de voluntad, que al año siguiente de darle el ictus decidió darse de alta y volver a trabajar en La Campana, donde estuvo dos meses, pero le dio un ataque epiléptico y tuvo que dejarlo definitivamente y jubilarse.

Cuando le dieron el alta comenzó a realizar la rehabilitación por él mismo, “lo que hacía era caminar y con una bicicleta estática ejercitaba las piernas. Salía por las mañanas a caminar hasta la hora de comer, después de comer volvía a salir. Andaba más de tiempo que de metros, salía de La Parte y llegaba hasta cerca de Piñera y después fui llegando más lejos”, recordó.

González aseguró que en su día a día se levanta a las 7,45 horas desayuna y limpia la cocina a fondo y los cacharros y sigue con el resto de la casa, si hace buen tiempo cuando empieza la primavera sale a cuidar de la huerta, aunque todavía no comenzó esa temporada, pero a principios de abril se pondrá a trabajar en ella todos los días. Después de comer sale a andar o vuelve a cuidar la huerta, “la casa la pinté yo sólo entera por dentro y por fuera. Pintar la fachada me llevó dos semanas. Las puertas de toda la casa las lije, les quite las siete capas de pintura que tenían para que volvieran a su estado natural y después las barnicé”, comentó.

Su mayor hobbie es leer y le gusta casi todo, lo que más le atrae es la novela de todo tipo. Cena a las 19.30 horas y le gusta seguir leyendo, ver la televisión e incluso cuando los días son más largos sale a dar otra vuelta. “Lo único que no puedo hacer es abrocharme los zapatos, pero lo otro poco más o menos puedo tardar, pero lo hago”, resaltó.  Para ejercitar la mano que no fue afectada decidió comenzar a hacer maquetas y confesó que le gusta mucho, las hace él mismos desde el principio, como él dice “son hechas a mi manera, sin escala”, la primera que realizó fue la de su casa, la de su hermana y el Palacio de Villanueva entre otras.

El llanerense considera que le ha cambiado el carácter después de sufrir el ictus, ya que él era una persona a la que le encantaba el cachondeo, pero ahora le cuesta más verlo así. “No quiere decir que esté todo el día de mal humor, pero el estar todo el día riéndome y de cachondeo ha cambiado. Incluso donde hay mucha gente no puedo estar, porque la enfermedad me afectó a un oído y he sufrido varios ataques epilépticos”, explicó.

“Todavía no aterricé, fue una gran sorpresa el que se acordarán de mí para recibir esta mención especial. El otro día iba andando por la senda y un vecino me felicitó y no me acordaba porque lo hacía hasta que me lo recordó. Todavía no me lo creo que sea yo el homenajeado, quiero dar las gracias a Cristina y a Cortés por acordarse de mí”, comentó.

 

El Tapín

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