LLANERA

SOCIEDAD

El cole de San Cucao abre sus puertas al conocimiento intergeneracional

Jueves 22 de Marzo del 2018 a las 10:44


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El colegio de San Cucao, la Asociación de Madres y Padres del centro y la Asociación de Vecinos San Cucufate organizaron en conjunto el Proyecto Abriendo Puertas, que fue un encuentro intergeneración entre los alumnos de 5º y 6º de primaria y vecinos del pueblo que fueron estudiantes y una profesora del propio colegio.

Los ponentes fueron: Ramón Rodríguez exalumno, director de la Biblioteca de la Universidad y Director del RIDEA; Amalia González exalumna del colegio de Piniella, Doctora en Filosofía y profesora del IES de La Calzada; José Manuel García “Pocholo” exalumno de la Piniella y empresario; Nieves Alonso exmaestra nacional del colegio de San Cucao y Manuel Villanueva exalumno, ganadero y agricultor. Actuó de moderadora la directora del colegio, Luisa Pérez, además participaron la secretaria del AMPA, Grethel Sánchez, y de la AAVV San Cucufate, Chema Martínez.

El primero en intervenir fue Ramón Rodríguez que explicó que la enseñanza básica la recibió en las escuelas unitarias, donde los niños y las niñas estudiaban separados, aunque en otros sitios lo hacían juntos. “Estudiábamos normalmente de los 5 a los 14 años, pero los que querían estudiar una carrera hacían un alto en el camino a los 10 años para comenzar el Bachillerato, que se hacía en Oviedo y eran otros seis años de estudio. En nuestra escuela de la Piniella daban clase Don José y Doña Luisa y primero estudiabas el libro “El Rayas” y después ya pasabas a la Enciclopedia, que era un libro con todas las asignaturas juntas”, recordó.

Rodríguez explicó que en 1955 se construyeron las escuelas de La Parte, que fueron una novedad para toda Asturias, porque era la primera escuela graduada donde los alumnos pasaron de tener un profesor a cinco, aunque seguían estudiando por separado los niños y las niñas y se creó el parvulario. Estaba dotada con mejores muebles y tenía dos aulas, el centro era muy similar al de La Gesta en Oviedo. “El día a día de la escuela era parecido a la de ahora, estudiábamos, dábamos la lección, hacíamos exámenes y sobre todo rezábamos. Teníamos diferentes fiestas, íbamos los sábados al colegio y descansábamos los jueves por la tarde que era cuando se hacía la izada de bandera y cantábamos el himno o el “Cara al Sol””, recordó.

Ramón también recordó que él tenía que recorrer 8 kilómetros a pie hasta llegar al colegio y ese recorrido lo hacía cuatro veces al día con madreñas, salvo los días que algún conductor de autobús Llanera les recogía y les llevaba hasta el centro.

Amalia González explicó las diferencias en cuanto a la enseñanza que recibían los niños y las niñas en el colegio. “Hacíamos cosas diferentes, a nosotras nos enseñaban a coser y bordar, porque se suponía que teníamos que ser buenas amas de casa y educación recibíamos la justa para enseñársela a nuestro hijos en el futuro. Mientras que ellos recibían las lecciones más completas y tenían trabajos manuales como encuadernar”, relató. Los días que hacía muy mal tiempo su padre la llevaba a ella y sus tres hermanos en caballo al colegio.

La exmaestra Nieves recordó que dio clase durante 8 años en el colegio de San Cucao, donde se jubiló. “Siempre di clase a los alumnos de 3º,4º y 5º y en mi libreta tenía los horarios, la lista de alumnos y las notas que les ponía a cada uno de ellos. Las asignaturas de las que más horas lectivas se daban era lenguaje y matemáticas, todos los días después del recreo hacíamos un dictado y por las tardes enseñaba caligrafía. Mis alumnos eran los que mejor letra tenían del colegio”, afirmó.

Nieves también recordó que cuando llegaban al colegio se tocaba un silbato y todos se ponían en fila para entrar, su clase era mixta, rezaban un Ave María y empezaba la lección que ella les iba preguntando. “Hace 26 años que me jubilé y pienso que la enseñanza no cambió mucho, aunque yo pasé por 8 colegios distintos en mis 40 años de carrera como maestra”, comentó.

Pocholo recordó que en las escuelas de la Piniella acudían a clase unos 50 o 60 niños, las aulas eran pequeñas para albergar a tal cantidad de alumnos. “El profesor que me dio clase era Don Teodoro un hombre sensato, organizado y pendiente siempre de la clase, que pasaba el día caminando por los pasillos, además estaba muy interesado en la caligrafía y en las cuentas largas, era muy consecuente y nos pedía que nos fijáramos en el más aventajado de la clase para aprender de él”, explicó.

 Suárez también comentó que se recibían castigos físicos, ya que a los niños que se portaban mal se les pegaba con una regla en las manos. El recreo se hacía en la carretera general y en los prados de los alrededores y se jugaba al Pio Campo y las niñas al Cascayu, entre otros juegos. Explicó un poco los materiales que se usaban como las pizarras, los pizarrines, la enciclopedia, un cuaderno, los catecismos y más tarde el block de dibujo. Pocholo también recordó que él durante seis meses sufrió acoso escolar, por parte de otro compañero y eso repercutió en que sus notaras bajaran. “Sois la generación mejor formada y con más inteligencia, tenéis todo a vuestra disposición para conseguir todas las metas que os propongáis. Contáis con unos profesores de calidad, muy bien preparados y de los que vais a recordar siempre sus enseñanzas que os servirán para toda vuestra vida. El mundo no tiene portillas, tenéis que tener la mente abierta y ser conscientes de donde queréis llegar, la sociedad os necesita y vuestras familias os van a ayudar en todo lo que os propongáis”, concluyó.

El último en intervenir fue Manuel Villanueva que contó cómo iba todos los días a la escuela en madreñas desde Piñera con sus hermanos, aunque los días de mucha lluvia o de nevadas se quedaban en casa. En su caso, muchas tardes se tenía que quedar en casa a ayudar en la casería con la huerta o los animales, pero todos los veranos iba a clases particulares impartidas por Nieves para repasar lo que aprenderían en septiembre. También recordó como todos los días varios niños tenían que ir a la fuente Pachón a buscar agua para beber, los menores también iban a la finca de Franco a buscar madera para la estufa de leña. “Éramos los niños los que limpiábamos el aula durante el recreo, el suelo era de madera y teníamos que recoger todas las mesas y las sillas y nos poníamos a barrer y fregar”, recordó.

Después de esta vuelta al pasado, la Asociación de Vecinos organizó en el gimnasio una exposición sobre las tres escuelas de la parroquia, fue Chema Martínez el encargado de explicar a los visitantes todo lo que podían ver en ella, desde dibujos de principios del siglo pasado, hasta las enciclopedias, un diploma del banco por ir llenado la cartilla estudiantil y diversas fotos de varias épocas.

El Tapín

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