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SOCIEDAD
Fallece Carmen Valle Álvarez, encargada de la cantina del campo de futbol del Ud. llanera
Ayer nos ha dicho adiós en el Hospital del Monte Naranco donde se encontraba ingresada a consecuencia de una grave enfermedad. Desde hace más de quince años atendía el bar del Pepe Quimarán en donde contemplaba a niños y mayores con ese amor que solo las madres saben dar.
La vocal de la junta directiva del Unión Deportivo Llanera nos ha abandonado el miércoles día 3 de agosto, tras expirar en el Hospital del Monte Naranco a consecuencia de una enfermedad que ya la había hecho ingresar en el HUCA a principios del pasado mes de junio.
Nos ha dejado Carmen siendo aún muy joven; sí, ha dejado a todos sus amigos, legión de ellos; a todos “sus futbolistas”, a los que tanto amaba y defendía, y a un enjambre de niños a los que con mano de magisterio enseñaba los formulismos del buen comportamiento; se fue dejando a lo que más amaba en su vida: a un marido joven, a un hijo adolescente y a una nieta en camino, del mayor de sus hijos, a quien no podrá conocer a pesar de su ilusión.
Te has ido Carmen, te has ido para siempre dejando muchos corazones rotos, tantos como a los millares de huérfanos que ahora dejas y a los que has saciado la sed y nutrido sus estómagos hambrientos a lo largo de los años. Ninguno de los que te conocimos podremos olvidar el olorcillo de los ricos cafés que preparabas y que, en las frías mañanas de asistencia a los partidos de fútbol estimulaban a nuestro cuerpo; o del irresistible tufillo a la panceta y chorizo a la plancha que a media mañana te tentaba a probar.
Por ello Carmen, aunque mucho nos duele tu partida, reconocemos la extensa y generosa herencia de recuerdos, de ilusiones y de consejos que nos has dejado. En parte fuiste la madre abnegada de cuantos niños y jóvenes pasaron por el Pepe Quimarán, la educadora de tantos y tantos niños que tras los entrenamientos o partidos te demandaban alguna golosina, la amiga consejera de muchas de sus madres, la abnegada trabajadora que atendía la cantina y aún sacaba tiempo para ayudar en la lavandería del club de fútbol, o que mantenía limpias las gradas de la instalación deportiva. No es fácil encontrar a personas como tú.
Decir adiós a un ser tan querido es doloroso, pero yo, Carmen, que creo en aquello que dice: “Nada se destruye, todo se transforma”, se que estás en otro lado, que sigues ahí con todos nosotros, que sigues dando tú aliento a tú familia, al U.D Llanera, a sus socios y seguidores, a tus amigos y a tus niños, que seguimos ocupando un sitio en tu alma, porque desde aquí, Carmen, te aseguro que cuantos te conocíamos y te queríamos, siempre te llevaremos en el corazón.